Puntos clave
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Introducción
El ejercicio físico es saludable. Sin embargo, en algunos individuos puede desencadenar reacciones alérgicas. La prevalencia global de la alergia se estima en torno a un 50 %-84 %1. Este dato, junto con el aumento de la práctica deportiva de los últimos años, ha hecho que las enfermedades alérgicas cobren especial importancia.
A continuación, revisaremos las principales enfermedades alérgicas que pueden empeorar con el ejercicio físico.
Rinitis alérgica
La rinitis es la enfermedad alérgica más frecuente. En España, afecta al 21,5 % de la población2. Consiste en la inflamación de la mucosa nasal mediada por inmunoglobulinas E (IgE) tras la exposición a un alérgeno determinado. El cuadro clínico se caracteriza por picor nasal, congestión nasal, estornudos y rinorrea. Además, puede acompañarse de síntomas óticos, faríngeos y, sobre todo, oculares, lo cual constituye la denominada rinoconjuntivitis alérgica3.
El efecto del ejercicio físico en la rinitis alérgica no está claramente definido4,5. Sin embargo, todo indica que el ejercicio mejora los síntomas de los pacientes con rinitis alérgica, salvo en el caso del deporte intenso, que practicado con regularidad se asocia a un empeoramiento de los síntomas5,6.
En condiciones normales, la eficiencia nasal mejora durante el ejercicio. El ejercicio reduce la resistencia de las vías respiratorias nasales hasta en un 50 % en comparación con la respiración normal, gracias a la vasoconstricción de los vasos sanguíneos nasales por la activación del sistema nervioso simpático. Por el contrario, parece que el ejercicio aumenta la resistencia nasal en los sujetos con rinitis alérgica. El aire frío o el contacto de la mucosa nasal con el agua induce una hipersecreción glandular y rinorrea en individuos no alérgicos. Esta respuesta es aún más intensa en los pacientes con rinitis y se acompaña de un aumento significativo de la resistencia de las vías respiratorias nasales7.
Los deportes al aire libre aumentan la exposición a alérgenos como el polen, la contaminación y el aire frío, los cuales empeoran la rinitis alérgica4.
El tratamiento de la rinitis alérgica en pacientes que practican deporte consiste en reducir los síntomas y mejorar la función nasal para minimizar los efectos negativos sobre el rendimiento deportivo. Además, los atletas profesionales deben seguir las recomendaciones terapéuticas de las guías clínicas que cumplan con las normativas antidopaje7. También se debe recomendar a los pacientes que eviten las horas y los lugares de mayor exposición a alérgenos y contaminantes y que eviten hacer ejercicio intenso de forma habitual5. En el caso de la rinoconjuntivitis alérgica, también se recomienda el uso de gafas de sol al hacer deporte al aire libre.
Asma bronquial
El asma es una de las enfermedades crónicas más frecuentes en los países desarrollados tanto en adultos como en niños. A pesar de la existencia de guías clínicas internacionales, el control deficiente del asma sigue siendo un problema frecuente que lleva a muchos pacientes a consultar a los servicios de Urgencias e incluso a requerir ingresos hospitalarios. Muchos pacientes refieren que el deporte es el desencadenante de sus crisis asmáticas, lo cual los lleva a evitarlo, para así controlar sus síntomas8.
Sin embargo, padecer asma y practicar deporte no es incompatible, sino todo lo contrario. En los últimos años se han llevado a cabo varias revisiones sistemáticas que respaldan firmemente que el ejercicio físico es seguro en adultos y niños con asma8,9.
El ejercicio mejora la capacidad aeróbica, los síntomas del asma y la calidad de vida.
Algunos de los mecanismos que podrían explicar la mejoría del asma por el ejercicio serían la menor inflamación, estrés oxidativo y reactividad de las vías respiratorias; la reducción de la disnea, y la mayor resistencia de la musculatura respiratoria9.
Los beneficios del ejercicio en el paciente asmático se traducen en la disminución de la necesidad de medicación y del absentismo laboral y escolar. Sin embargo, los resultados publicados hasta el momento son menos concluyentes en cuanto a la mejoría de la función pulmonar y la hiperreactividad bronquial8,9.
La broncoconstricción inducida por ejercicio (BIE) es una entidad clínica cuya presencia indica que el asma está mal controlada, ya que la respuesta fisiopatológica al ejercicio es similar en individuos con asma bien controlada y en individuos sanos. La prevalencia de la BIE es del 4 %‑20 % en la población general y del 40 %-90 % en los pacientes con asma9.
La BIE consiste en un estrechamiento temporal de las vías respiratorias inferiores que se produce después de hacer ejercicio, tanto en individuos con asma clínicamente reconocida como en individuos sin ella. El ejercicio no causa los síntomas del asma, sino que los agrava o los desencadena9. La ventilación pulmonar aumenta con el ejercicio, lo que provoca la deshidratación de la mucosa de las vías respiratorias, la liberación de mediadores inflamatorios (leucotrienos, histaminas, IL-8) y la afluencia de eosinófilos. El patrón típico de la BIE consiste en broncodilatación al inicio del ejercicio, seguida de broncoconstricción en los minutos posteriores a su finalización8.
Los síntomas característicos son las sibilancias (sobre todo durante la exhalación), tos, disnea y dolor torácico durante o después de hacer deporte. Estos síntomas suelen aparecer durante el ejercicio intenso y su pico máximo se produce a los 5-10 minutos después de interrumpir el ejercicio9. Por tanto, la aparición de síntomas de asma con el ejercicio debe alertar a los pacientes, ya que es posible que el médico deba ajustar su tratamiento de base8. Adicionalmente, el médico puede valorar indicar un fármaco justo antes de hacer ejercicio para prevenir la BIE. En este caso, los agonistas adrenérgicos β de acción corta administrados con una antelación de 10 a 15 minutos son los medicamentos de elección10.
El ejercicio físico es seguro para pacientes con asma y debe recomendarse8.
Se necesita más investigación para comprender los tipos de ejercicio óptimos y sus efectos sobre la fisiopatología del asma; sin embargo, los datos actuales demuestran que los ejercicios practicados con mayor frecuencia (caminar, hacer jogging, etc.) no tienen riesgo8. Los deportes que se realizan en ambientes muy fríos sí que se desaconsejan en los pacientes con asma9.
Urticaria colinérgica
La urticaria colinérgica es un cuadro frecuente que suele afectar a individuos jóvenes y puede llegar a provocar un gran malestar y disminuir la calidad de vida. El cuadro clínico consiste en la aparición de pequeños habones puntiformes, de 1 a 3 mm, que afectan principalmente al tronco y las extremidades. Los habones pueden converger para formar otros más grandes. La urticaria colinérgica desencadenada por el ejercicio suele producirse después de baños y duchas calientes. Existe una forma atípica que se denomina «urticaria colinérgica inducida por frío». En este caso, la urticaria se desencadena al hacer ejercicio en ambientes fríos o al nadar en aguas frías11.
El tratamiento sintomático con antihistamínicos no sedantes o de segunda generación es la primera opción para la urticaria colinérgica. En pacientes que no responden inicialmente se podría aumentar la dosis autorizada hasta cuatro veces11.
También se ha demostrado la eficacia y seguridad del tratamiento con omalizumab, administrado durante varias semanas, en pacientes con urticaria colinérgica que no responden a dosis altas de antihistamínicos. Con las precauciones adecuadas, los pacientes pueden controlarse bien, lo que conduce a una gran mejora de su calidad de vida11.
Anafilaxia inducida por ejercicio
En las últimas décadas se ha observado un aumento de la incidencia de una forma específica de anafilaxia que se produce al realizar ejercicio físico.
La anafilaxia inducida por ejercicio (EIA, por su sigla en inglés) es un síndrome clínico caracterizado por la aparición de un cuadro de anafilaxia durante o poco después de practicar deporte12.
Es un cuadro clínico raro y su mecanismo patogénico no se conoce con claridad. La reacción anafiláctica consiste en un cuadro de instauración rápida que comprende malestar general, prurito difuso, urticaria, angioedema y síntomas gastrointestinales (náuseas, vómitos, calambres abdominales y diarrea). En los casos más graves se puede producir hipotensión, síncope o edema laríngeo. A diferencia de la urticaria colinérgica, los habones son más grandes12.
Existe un subtipo de EIA que ha cobrado mucha importancia en los últimos años: la anafilaxia inducida por ejercicio dependiente de alimentos (FDEIA, por su sigla en inglés), que ocurre por lo general al hacer ejercicio después de comer un alimento concreto12.
La FDEIA representa el 1 % de todas las alergias alimentarias que se atienden en las consultas de alergología9. El trigo y el gluten son, respectivamente, el alimento y el antígeno más frecuentemente asociados a las reacciones anafilácticas11. La literatura médica indica que se trata de una alergia alimentaria primaria mediada por IgE, favorecida por el aumento de la entrada de los antígenos alimentarios al torrente sanguíneo debido al incremento de la permeabilidad intestinal. En la patogénesis de la FDEIA también desempeñan un papel importante los cambios en la osmolalidad sérica y el pH, así como la redistribución del flujo sanguíneo12,13.
A pesar de lo que el nombre de la enfermedad parece indicar, el ejercicio físico no es el único factor que puede desencadenar la FDEIA; otros posibles aceleradores de la reacción son el alcohol, los antiinflamatorios no esteroideos (AINE), el estrés y la menstruación13.
Aunque no existe ningún protocolo diagnóstico validado14, el diagnóstico de la EIA y la FDEIA se establece por la historia clínica y en el caso de la FDEIA es necesario demostrar la sensibilidad a los alimentos mediante un prick test o mediante la determinación de IgE sérica específica12.
El pilar del tratamiento es modificar la forma de hacer ejercicio y evitar los alimentos desencadenantes. Todos los pacientes con EIA deben hacer ejercicio acompañados y llevar epinefrina en todo momento, por si la necesitan. En caso de que aparezcan síntomas, deben interrumpir el ejercicio inmediatamente. Con respecto a la FDEIA, los pacientes deben permanecer en ayunas de 4 a 6 horas antes del ejercicio y evitar otros cofactores, como los AINE y el alcohol12.
Existe una clara necesidad de investigación adicional para comprender el mecanismo de la enfermedad. Además, los datos sobre la eficacia del tratamiento son limitados, lo que hace necesaria la realización de estudios prospectivos que investiguen la eficacia de tratamientos específicos12.
Consejos prácticos para el médico
- El objetivo fundamental en todas las enfermedades alérgicas es aumentar la concienciación y educar a los pacientes para que sean capaces de reconocer los síntomas y los factores de riesgo. De esta forma, se optimizarán el diagnóstico y el control de la enfermedad9.
- Los médicos deben recomendar a sus pacientes con rinitis alérgica que eviten las horas y los lugares de mayor exposición a alérgenos y contaminantes y que prioricen los deportes de interior.
- Los médicos deben recomendar a sus pacientes con asma en cada visita que practiquen ejercicio físico, por sus beneficios generales para la salud y por la probable mejora de los síntomas del asma y de la calidad de vida8.
- Ejercicios habituales tales como caminar, hacer jogging, nadar y montar en bicicleta son generalmente muy seguros en niños y adultos con asma8.
- El médico debe presentar un plan de acción bien definido a los pacientes con urticaria colinérgica y EAI a través de un programa educativo detallado11.
- El médico debe enseñar a los pacientes con EIA a administrarse adecuadamente la medicación, especialmente la epinefrina empleando el autoinyector12.
- En cada visita se debe recordar a los pacientes con FDEIA que debe transcurrir un mínimo de 4 a 6 horas entre la ingesta y la práctica deportiva12.
Conclusiones
Se ha mostrado la asociación del ejercicio físico con cuadros clínicos que van desde una simple dermatitis a una reacción anafiláctica potencialmente mortal. Gracias a los avances en el campo de la alergia y la inmunología, cada vez disponemos de más información sobre los mecanismos responsables de la relación entre el ejercicio y la enfermedad alérgica. Esto ha permitido un mejor control de estos pacientes. Buena prueba de ello es la existencia de deportistas de élite que son alérgicos. Sin embargo, aún se requieren más estudios que terminen de caracterizar la etiopatogenia de la relación entre la alergia y el ejercicio y el desarrollo de tratamientos para determinados cuadros clínicos, como la FDEIA.
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