Resumen
Los autores revisaron la literatura más reciente relacionada con el uso racional de los antibióticos en urología en general y en las infecciones urinarias en particular. Identificaron posibles intervenciones de optimización del uso de los antibióticos que podrían mejorar la utilización de estos fármacos, disminuir las resistencias y mejorar la atención sanitaria. Sin embargo, es necesario que dichas intervenciones se validen con ensayos clínicos controlados antes de ser implementadas.
Comentario
Los datos más recientes indican que los programas para el uso racional de los antibióticos en el campo de la urología pueden mejorar el desenlace clínico de los pacientes y disminuir las infecciones por patógenos multirresistentes.
Los autores revisaron el uso racional de los antibióticos en el tratamiento de las infecciones urinarias. Para ello, en las bases de datos de MEDLINE y Cochrane buscaron artículos de investigación y revisiones sistemáticas publicados entre abril del 2019 y septiembre del 2020. Finalmente, seleccionaron 17 artículos de investigación.
A pesar de que los datos publicados respaldan el uso racional de los antibióticos en el tratamiento de las infecciones urinarias, el uso inadecuado de estos fármacos se estima hasta en un 68 %, sobre todo en relación con el tratamiento innecesario de la bacteriuria asintomática y el uso excesivo de fluoroquinolonas.
Posibles intervenciones relacionadas con el uso racional de los antibióticos
Recientemente se han definido intervenciones relacionadas con el uso racional de los antibióticos que podrían ser beneficiosas:
- Implicación del farmacéutico. Un estudio estimó que el uso adecuado de antibióticos subía del 37 % al 71,6 % en pacientes ambulatorios con cistitis y pielonefritis no complicadas si los farmacéuticos intervenían en el tratamiento. Asimismo, un estudio español de pacientes con infecciones urinarias complicadas en tratamiento con carbapenem mostró que, si los farmacéuticos hospitalarios asesoraban a los médicos para la desescalada del carbapenem, el ingreso hospitalario se reducía 5 días y la mortalidad hospitalaria bajaba del 29,3 % al 7,4 %.
- Cumplimiento estricto de las guías clínicas. Desde el inicio del tratamiento antibiótico se deben seguir las recomendaciones de guías locales válidas. Una encuesta alemana evaluó las razones de la falta de cumplimiento de las guías por parte de los urólogos. Los principales motivos fueron la experiencia personal del médico, la incapacidad de las guías para asesorar en el tratamiento de pacientes complejos y el desconocimiento.
- Mejoría de las guías clínicas. En la encuesta mencionada, los urólogos indicaron que se debería fomentar en las reuniones científicas el uso de guías sobre infecciones urinarias. También indicaron que su diseño debería ser más práctico y sencillo y que sería adecuado que incluyeran una sección dirigida a pacientes en las que se les explicara las recomendaciones generales mediante un lenguaje comprensible.
Un mejor diseño de las guías sobre infecciones urinarias podría aumentar su cumplimiento.
- Revisión del proceso de prescripción de antibióticos en Urgencias. Se estima que el 83,6 % de los tratamientos antibióticos para las infecciones urinarias se inician en Urgencias. Un estudio mostró que el cumplimiento de las guías (con respecto al tratamiento empírico de las infecciones urinarias) suele ser deficiente, que los antibióticos de amplio espectro se utilizan de forma excesiva y que las fluoroquinolonas se suelen prescribir con una duración mayor a la recomendada en el 60 % de los casos.
- Selección del tratamiento empírico según los datos locales de vigilancia epidemiológica. El antibiótico más adecuado para tratar una infección urinaria asociada a la asistencia sanitaria puede no ser el mismo dependiendo del síndrome clínico asociado (cistitis, pielonefritis, etc.). Este enfoque más personalizado podría mejorar la selección de los antibióticos del tratamiento empírico, pero esta práctica debería validarse con estudios de vigilancia a nivel local.
Estas posibles intervenciones se extrajeron de los estudios incluidos en la revisión, los cuales eran, en su mayoría, retrospectivos. Por tanto, la eficacia de dichas intervenciones debería evaluarse mediante ensayos clínicos controlados para descartar que afecten negativamente a los pacientes.
Los programas de uso racional de antibióticos no deben aplicarse de forma generalizada a nivel ambulatorio. Se necesitan herramientas que permitan estratificar los pacientes para determinar cuáles se pueden beneficiar de dichos programas.
Conclusiones
Los programas para el uso racional de antibióticos son imprescindibles y han ido ganando importancia en los últimos años. Sin embargo, estos fármacos se siguen utilizando de forma inadecuada. Una de las prácticas que más llama la atención es el uso excesivo de fluoroquinolonas para tratar la bacteriuria asintomática.
Las intervenciones relacionadas con el uso racional de los antibióticos pueden mejorar la atención al paciente y disminuir las infecciones por patógenos multirresistentes y los costes de la asistencia sanitaria. Por tanto, es importante identificar y validar nuevos escenarios que se puedan beneficiar del uso racional de los antibióticos.